En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos terminaron la travesía del lago y tocaron tierra en Genesaret. Apenas bajaron de la barca, la gente los reconoció y de toda aquella región acudían a él, a cualquier parte donde sabían que se encontraba, y le llevaban en camillas a los enfermos. A dondequiera que llegaba, en los poblados, ciudades o caseríos, la gente le ponía a sus enfermos en la calle y le rogaba que por lo menos los dejara tocar la punta de su manto; y cuantos lo tocaban, quedaban curados.
Mc.6, 53-56“Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza; Quien a Dios tiene, nada le falta: Sólo Dios basta.”
(S. Teresa de Jésus, 1515-1582)
Cardenal Suenens